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Pink tax: qué es y cómo se vive en el e commerce.

La mejor manera de explicar en qué consiste el llamado pink tax es ir al supermercado, o abrir el sitio de e commerce del supermercado, y comparar los precios de artículos idénticos pero enfocados a hombres y mujeres, como los rastrillos. Los primeros son azules, los segundos son rosas. Si ubicamos el paquete de dos rastrillos de la marca de mayor renombre y comparamos los que son para hombres y los que son para mujeres de la misma línea, encontraremos una diferencia en el costo, a pesar de ser iguales.

Así, podemos ver que el paquete de rastrillos para hombre cuesta 64.00 pesos, mientras que el de mujer cuesta 69.99 pesos. Casi seis pesos de diferencia difíciles de justificar a simple vista. Sin embargo, las consumidoras siguen pagando ese precio de más bajo la creencia de que se trata de un producto diseñado especialmente para su piel delicada y porque es rosa, el color femenino por excelencia… o al menos eso es lo que nos ha dictado la mercadotecnia.

El pink tax o impuesto rosa se trata en realidad de un sobreprecio que pagan las mujeres por productos supuestamente diseñados para ellas pero que, en esencia, son iguales que los mismos productos enfocados a hombres. 

Este fenómeno lo podemos observar en una amplia gama de productos que abarca todas las edades, desde juguetes, artículos para bebés como biberones y pañales, pasando por productos de higiene personal (como los rastrillos, shampoo, cremas, etc.), hasta productos como una póliza de un seguro.

Todo indica que este sobreprecio es producto de la mercadotecnia, para explotar el hecho de que las mujeres son, en la mayoría de los casos, la tomadoras de decisiones en cuanto a las compras en el hogar y consumidoras ávidas.

De acuerdo con la Profeco, este mayor precio también se debe a que las marcas invierten más dinero en la presentación de sus productos, empaque, diseño y publicidad, por estar dirigidos a mujeres. El problema es que parece que este sobreprecio no está justificado del todo, lo que indica un tipo de sexismo y abuso por parte de las marcas basado en una cuestión de género. 

Aunque se trate de una diferencia de centavos o pesos, durante toda la vida de una consumidora el impacto puede ser considerable para su bolsillo. De acuerdo con el sitio Ax The Pink Tax una iniciativa para combatir el impuesto rosa—, el sobreprecio que pagan las mujeres por innumerables artículos y servicios hace más costoso ser mujer, un factor que se suma a la brecha salarial que existe entre hombres y mujeres. Así que no sólo ganan menos sino que pagan más por satisfacer sus necesidades.

En el mismo sitio, existe una función para calcular cuánto dinero le ha costado a una mujer el impuesto rosa de acuerdo con su edad. Por ejemplo, a una consumidora consolidada de 30 años, el cálculo arroja que el pink tax le ha costado un promedio de 40,200 dólares.

Un estudio de 2015 elaborado en la ciudad de Nueva York, Estados Unidos, concluyó que, en promedio, los productos para mujeres equiparables con los de hombres cuestan 7% más. Este estudio hizo un recorrido por tiendas tanto físicas como en línea para hacer la comparación y encontró que en la categoría de cuidado personal los productos cuestan en promedio 13% más si son para mujeres.

En el comercio electrónico también se paga el impuesto rosa ya que no depende del canal de venta sino de las marcas y la mercadotecnia detrás de los productos y servicios. No obstante, existe la oportunidad de comparar con mayor facilidad los precios de los mismos productos enfocados para mujeres y para hombres, ya sea en el mismo e commerce y entre varias plataformas de comercio.

Mientra las marcas y la mercadotecnia deberían enfocarse en corregir y combatir el pink tax, queda del lado de las consumidoras y los consumidores comparar precios y realizar compras más conscientes, y no sólo dejarse llevar por lo que el marketing intenta venderles. Para esta tarea, el comercio electrónico puede ser una herramienta que permita hacer comparaciones de manera más inmediata entre productos y precios, una ventaja para no ser presa fácil del impuesto rosa.