Cualquier comercio que venda mediante el canal digital sabe que puede llegar a mercados más amplios, y los consumidores están aprovechando todas las alternativas que se les presentan.
Las marcas que apuestan por explotar la nostalgia de los compradores saben que existe algo muy sólido detrás: un vínculo emocional que las personas ya establecieron, y sólo es cuestión de remover las fibras adecuadas.
El pink tax se trata en realidad de un sobreprecio que pagan las mujeres por productos supuestamente diseñados para ellas pero que, en esencia, son iguales que los mismos productos enfocados a hombres.
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